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La historia mas reciente de Euskal Herria es, sin duda, rica en experiencias y acontecimientos que han dejado huella en amplios sectores de nuestro pueblo. Han sido años marcados por un sin fin de ilusiones, de angustias, de anhelos, de tristezas y de esperanzas. Años de sufrimientos y también de no pocas alegrías, sufrimientos y alegrías que hoy siguen influyendo en nuestras vidas pues no en vano estamos aun la misma pagina de la historia de nuestro país.
Pero sin duda, de entre todos los episodios que hemos vivido en todos estos años, hay uno que tiene un significado muy especial para muchos de nosotros. Nos referimos, claro esta, a la lucha contra los intentos de nuclearizar nuestro territorio, con Lemoiz como símbolo más ostentoso y provocador. Desde que en 1973 se dio la voz de alarma en Deba y posteriormente en 1976 comenzó lo que luego seria la gran movilización popular contra Lemoiz, han sido miles y miles las personas que, de una u otra manera, han participado en la consecución de la victoria frente a dichos planes de nuclearización.
Si hubiera que caracterizar lo que ha sido esta larga lucha, dos serian las señas de identidad principales a mencionar: Su gran alcance y el potencial de imaginación y de formas de acción desplegadas.
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Sobre el alcance de la movilización contra Lemoiz se han escrito páginas y paginas en periódicos y revistas no solo en Euskal Herria sino de todo el estado español y del resto de Europa. La bandera de Lemoiz ha congregado a gentes de toda edad y condición y a colectivos sociales de una gran diversidad: Cofradías de arrantzales, sindicatos de baserritarras, Colegios Profesionales, sectores universitarios, Asociaciones de Vecinos, profesionales de la salud, trabajadores portuarios, organizaciones políticas, grupos de montaña, sindicatos de trabajadores, grupos ecologistas, enseñantes y estudiantes de los mas diversos niveles, etc. Etc. Hasta conformar un luminoso arco iris en el que estaban representados todos los hombres y mujeres de este pueblo con un mínimo de decisión por defender su tierra. La Comisión de Defensa de un Costa Vasca No Nuclear y los Comités Antinucleares de Euskadi, cabezas mas visibles de este amplio movimiento no hicieron sino recoger el mandato de los sectores mas sanos de nuestro pueblo, incluidos aquellos que estaban dispuestos a darlo todo, incluso su propia vida.
Podríamos decir, en este sentido, que el trabajo desarrollado por la Comisión y los Comités, pese a la enorme tensión vivida y a las no pocas angustias pasadas, fue un trabajo fácil y gratificante porque sabíamos que contábamos con el apoyo total de todas esas gentes y porque teníamos la certeza de que las iniciativas que íbamos lanzando
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Fases de construcción de la central nuclear de Lemoiz
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iban a ser ampliamente secundadas. Incluso cuando la situación alcanzo los niveles mas altos de tensión y la puesta en marcha de Lemoiz parecía inevitable nos atrevimos a llamar a las gentes que allende nuestras fronteras naturales luchaban también por un mundo no nuclear. Y fue realmente emotivo comprobar que personas venidas desde todos los puntos de Europa apoyaban con su presencia activa la causa de nuestro pueblo en aquellas memorables Jornadas Internacionales contra Lemoiz.
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